«La fascinación»

Rita es una militante de los títeres y de la vida. Tiene 93 años y mantiene intacta esta pasión que nació en su infancia. Los muñecos y las historias la acompañaron en su labor como trabajadora social. Junto a ellos fue transmitiendo enseñanzas y valores, despertando risas e ilusiones. Hoy sigue haciéndolo desde su canal de Instagram y de Facebook. Te invitamos a descubrir el maravilloso mundo de Rita, integrante de Papelnonos, el grupo musical que construye y ejecuta sus propios instrumentos. 

 

La fascinación

De la mano de mi hermana Anna caminábamos con nuestros padres por la vereda de la ciudad de Parma, Italia. Yo tenía entonces 10 años.

Nos detenemos sorprendidas frente a un pequeño teatro de títeres callejero ¿No hay que pagar entrada? – No, dicen los espectadores. Es público, es para todos.

Una marioneta de largo pelo blanco golpea frenéticamente su cabeza contra el teclado del pequeño piano. Nos reímos y papá en voz baja, nos dice: – Debe ser el pianista compositor polaco Paderewsky. Luego una dulce voz femenina canta una emocionante aria de ópera. La admiramos.

Soy bisabuela de cuatro niños, tengo 93 años y nací en Argentina en una familia de italianos. Nunca dejé de amar a las marionetas y a los títeres. No sé si fue por aquel impacto inicial hace más de ocho décadas o porque estos pequeños personajes son capaces de hacernos reír con sus absurdos exagerados y graciosos gestos. Ellos intentan resolver dilemas amorosos, rivalidades históricas, malos entendidos, injusticias.

Podemos reconocer en los personajes nuestras propias reacciones cotidianas. Todo en una innumerable diversidad de situaciones.

Cuando hace años mis nietos aún eran niños, construí en madera balsa un pequeño teatro de títeres transportable, con cortinados de terciopelo rojo y un cartel que invitaba al espectáculo.

Ese mismo pequeño teatro lo llevé a salas de pediatría con niños provenientes de lejanas provincias. Eran internaciones de larga duración. A horcajadas -sobre sus piernas inmóviles- los pequeños pacientes inventaban príncipes y princesas bailando libres y felices. Pero también en mis muchos años de trabajo social con poblaciones en áreas carenciadas, los títeres fueron un recurso educativo. No sólo un objetivo motivador, sino un medio para promover la atención primaria de salud en niños y madres embarazadas, vacunaciones, atención odontológica, y mucho más.

En las expresiones, en los ojos de los niños, en su silencio, en la profunda concentración con que observaban el espectáculo podía comprobar el impacto que les produce todo aquello que quizás no vivirían en otro contexto. 

La ira, la venganza, pero sobre todo la bondad, el amor y los sentimientos más tiernos y protectores, prevalecen. Todo expresado en reacciones, con manifestaciones directas. Aún los golpes que suscitan risas son causados en defensa de la justicia. Los héroes se caen, se recuperan, siempre en una eterna dinámica en busca de la felicidad y de los logros deseados. Muchos abrazos, la música y los cantos, mitos, leyendas, tradiciones juglares medievales desde la más remota antigüedad de las etnias y culturas más diversas, también investigado por la etnología.

A través de los tiempos todos los pueblos sin excepción han tenido su representación en los títeres y con la riqueza de sus atuendos. Las diferentes realidades de los pueblos expresan su identidad, la historia y el arte de cada región geográfica en particular.

Pero ¿qué pasa en esta etapa de pandemia? Los juegos y todas las actividades recreativas con los niños requieren que activemos nuestros recursos imaginativos, creativos. Una media, una muñeca a la que le cosemos un guante en la parte posterior se transformará en un personaje real o inventado.

En las escuelas es un óptimo recurso para la inclusión y formación de los valores sociales. Es un medio eficaz para el continuo estímulo de la expresión oral de los niños, en forma espontánea, sin censuras. Las emociones reprimidas, la vergüenza, el miedo, la angustia, las carencias afectivas o materiales. El dominio de sí mismo por el reconocimiento de las emociones. Sobre todo, la alegría compartida con compañeros y sus maestros.

Colombina, Manuelita, Maese Pedro, Don Quijote, Polichinela, Arlequín son muy conocidos pero he aquí que el viejo osito del nieto puede ser un personaje. También el Gallo Pinto de goma eva, la muñeca de la nieta movidos por sus pequeñas manos pueden expresar íntimos deseos y emociones. Con ellos se abrirá el corazón. Frágiles, débiles o valientes, siempre resilientes al final.

Los personajes nos devolverán en espejo aquello que los adultos no llegamos a ver y a escuchar. Es así que la diversa humanidad que vive en cada títere o marioneta podrá ofrecer una alternativa, quizás complementaria, a la asombrosa tecnología de las pantallas contemporáneas, pero que a veces no expresan el rico mundo real. 

 

Rita Croci (93 años)

Capital Federal

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Facebook: https://www.facebook.com/crocirita  

 

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