«A los 68 el amor vuelve a iluminar la vida»

A los 68 años, Lía vuelve a enamorarse y la vida se ilumina. Después de enviudar muy joven y luego divorciarse, inesperadamente, sin buscarlo, encontró un nuevo amor. Cuando creía que ya no estaba para estas cosas, que sola estaba muy bien, se dejó sorprender. Y ya no hubo pandemia ni distancia que pudieran detener ese sentimiento que fluye y desborda. 

 

Luminosa a los 68 años

Nací hace 68 años en un paisaje de ríos y cuchillas.  Allí quedó mi infancia, los abuelos, la familia grande, ese árbol de Navidad que yo veía inmenso!! Mi Entre Ríos natal. “Corre el agua, guardando moléculas de luz/Mi mente se abre, mansa/El río es un susurro en viaje”.

Crecí en una familia nómade. El trabajo de mi padre (bancario),  nos trajo, a mis 11 años a Córdoba, y aquí me quedé. Soy la mayor, y única mujer de cuatro hermanos.  Ellos, mis “tres mosqueteros”. Nuestro lema: Uno para todos y todos para uno. Siempre. Dicen que somos un clan. Nosotros decimos que somos una urdimbre amorosa que sostiene.“Somos una urdimbre/ que entrelaza afectos, impulsa sueños, pone alas/ Nos sostiene. Gozosa nos entibia el alma”

El tiempo fue pasando, y la vida fue poniendo su impronta de luces y sombras…Me casé muy joven, tuve un hijo, enviudé a una edad en que la mayoría sale a la vida.¡Cuánto me costó remontar! Estudié, me recibí, trabajé!…Y un día,  me volví a enamorar, pero no me casé con él. La vida me tenía preparado otro amor, con quien sí me casé…Tuve tres hijos más, de los cuales los dos menores son mellizos. Y un día a los 53 años dije: hasta aquí llegué y decidí separarme y luego divorciarme. Fueron muchos años compartidos, con momentos felices y otros no tanto. La pareja se fue deteriorando. “Se rompieron los hilos, se está haciendo el silencio…Como se cuela despacio, sigilosa, la tristeza……En mi cielo se asoma la luna quebrada…”

La decisión llevó a  un momento de empoderamiento con todo lo que ello implica. Ser sostén de hogar, emocional y económico con tres adolescente en casa. Y en la encrucijada, me puse en manos del Universo, y con  el apoyo familiar, me abrí a la conquista de mi nuevo mundo.  Fueron años de mucha paz,  de mucha lucha, de muchos logros.  Me sentí muy bien con esa mujer  autónoma, libre, independiente y plena en la que me fui convirtiendo.Pero en ese  camino recorrido, no le dejé lugar al amor. Sin embargo, la vida,  la vida nos da sorpresas impensadas. Y aquí comienza esto de atreverse,  atreverse aunque te cruce una pandemia. 

Lo que voy a contar está signado por la alquimia y la idea de que, aunque nos resistamos o nos empecinemos, “será lo que deba ser”. En el  2018, una amiga me invita a  que la acompañe a un viaje del otro lado del Atlántico, donde ella había residido. Después de muchas negativas mias e insistencias de ella y mi familia, resuelvo el obstáculo y vamos.

Si alguien me hubiese dicho que el señor que nos estaba esperando con tanta dedicación en el aeropuerto, se iba a meter por algún intersticio que había quedado abierto, en mi vida, hubiera respondido que estaba delirando. Que yo estaba espléndida sola!  Pero, sorpresa,conectamos. 

Muy amigo de mi amiga,  disfrutamos de algunos momentos y nos fuimos conociendo. Él allá, y yo aquí. El año pasado nos volvimos a ver en Argentina, tuvimos largas charlas, paseamos y  mi Afrodita comenzó a desperezarse. Y ya no fui tan inocente. Pero los tiempos son los tiempos, y lo respetamos, viviendo una hermosa amistad, con la premisa de que más allá de lo que pudiera suceder, ésta  iba a perdurar. Y llegó nuevamente el abrazo de despedida .  

Volvimos al whatsapp. Y un día, entre charla y charla, blanqueamos todo lo que sentíamos! Y a esta edad!  Surgieron miedos y reservas, pero después nos dijimos, ¿Por qué no?  ¡Si ambos nos lo merecemos! Y abrí mis ventanas para que entrara todo el sol!

No contábamos con la pandemia que le puso incertidumbre a nuestros proyectos. La moneda ya había sido echada y aquí estamos!!!  Con nuestras charlas interminables de donde salen temas como de una caja de pandora. Agradecidos, de tenernos en estos tiempos tan duros, tan difíciles, sosteniéndonos; pensando que lo nuestro ya es un regalo. Disfrutando este hoy que me pone luminosa, como me dijo una conocida. Y teniendo la esperanza de que un día cualquiera podamos volver a encontrarnos y darnos ese abrazo fuerte y profundo que hoy desborda en palabras.       “…Hoy, me anidaría en tus brazos…Y allí me quedaría!…Respetando el silencio…dejando que fluya, puro, el sentimiento…”

 Mientras espero, pinto, leo, a veces escribo, busco, recorro mis caminos internos, disfruto de mis amores cercanos, sigo viviendo. 

Lía Rosa Mardón (68 años)

Alta Gracia, Córdoba

 

Si querés saber cómo participar, te invitamos a leer más acá. ¡Esperamos tu texto!