«El valor de nuestra voz»

Esta es la historia de Norma, que cuando cumplió los 70 hizo un curso de periodismo y locución y nos dice: «“somos 6.000.000 tenemos voz, y no la valoramos. Muchos de ellos cuando cumplen los 70 años, dejan de votar. Están cediendo un derecho que nadie les pidió. Hay que sacar fuerzas, tener proyectos y ayudar al otro. Es la falta de proyecto lo que nos apaga la voz”.

Por Emilce Cassinelli*

 

No hay mejor lugar que la propia casa para entablar un diálogo. La casa “muestra” a quien la habita, lo expone. Un living  comedor amplio, luminoso, gracias a un  ventanal custodiado por  un arbolito; sillones, algunos cuadros y discos de tango y folklore en un estante y una mesa que nos invita con té y dulces. Orden, pulcritud. Es Norma, menuda, sonriente la que nos está recibiendo.
Estamos en Lomas de Zamora, en el sur del conurbano, alrededor de las 2 de la tarde en el departamento donde ella vive.  Su actitud facilita el diálogo, por momentos uno se olvida que es una entrevista y se convierte en tomar el té con Norma. Nació en Avellaneda y a los siete años vino a Lomas de Zamora. Se casó y fue a vivir a Rosario. Siempre le entusiasmó la radio. Allí fue que, a través de un familiar, se enteró que en una radio local estaban buscando voces para la locución; se presentó con una amiga pero la competencia fue muy desigual ya que se presentaron personas con trayectoria. Luego de vivir un tiempo en Rosario volvió a Lomas De Zamora.

Es maestra de grado jubilada y ejerció en una escuela bilingüe. Tiene 77 años, 4 hijos y 9 nietos. Hace tres años falleció su esposo y vive sola. Siempre le gustó hacer las “tareas de la casa” (coser, cocinar, tejer), pero también buscó otras posibilidades. Fue  así fue que empezó a concurrir a un convento de la zona donde se hacían talleres de diversas temáticas y se relacionó con las monjas que los organizaban: Las Hermanas azules de Castres, una orden muy liberal, de origen francés  que rescató el convento de la orden  y lo convirtió, luego de un arduo trabajo, en un lugar de servicio a la comunidad. En ese ámbito Norma desarrolla actividades comunitarias en el Centro “Honrar la vida” al que concurre diariamente.  También desarrolló un proyecto radial de  Adultos Mayores para Adultos Mayores que fue premiado por la Fundación Navarro Viola.

Es además narradora de cuentos. Se conectó con el director de una radio que pertenece al episcopado de Lomas de Zamora, en la cual tiene un espacio de una hora semanal para narrar cuentos. El programa se llama “Puente Mágico” y también hace entrevistas e invita a otros narradores para que cuenten sus cuentos.  Toma como modelos a Ana María Bovo y a María Padovani.
También creó otro programa radial, “Desplegando alas”, en el cual rescataba a artistas plásticas, médicas, aviadoras, maestras, escritoras que publicaban con nombres masculinos, ¡hasta las espías que usaban los patriotas en la guerra de la independencia!  ¿Y de dónde saca la información Norma?, -De los libros de historia, de Internet, de narraciones, – ¡Vamos Norma!

Nos cuenta que vivir sola no la deprime. “No, lo que me deprime es no tener nada que hacer”, dice. Los hijos y los nietos están grandes, están en lo suyo, cuando se reúne la familia a veces se siente ‘afuera’, es un tema de velocidades diferentes, pero inmediatamente dice que su familia la acompaña. Es un límite que respetamos. Una de sus nietas estudia música popular en la Escuela de Avellaneda y Norma se emociona al escuchar  en ella los tangos que su marido cantaba acompañándose con la guitarra. También se alegra que otra de sus nietas estudie arquitectura, la profesión de su esposo.

Creemos que su listado de actividades ya está completo, (pensando que no le queda mucho tiempo libre), ¡pero no! ¡Norma tiene siempre un lugarcito! Se acercó a una compañía de teatro de gente joven de la zona, Alter-Arte, que montó un cuento corto de Fontanarrosa, Mesa de tres patas”, en el cual ella hace el papel de vidente y sus compañeros le dicen que es…bruja!

Cuando cumplió los 70, hizo un curso de periodismo y locución en la Escuela Cristiana de Locución y otro de oratoria; nos muestra orgullosa los certificados. Cree que, con la prolongación de la vida, los adultos mayores podrían hacer una carrera universitaria luego de la jubilación porque quedan por lo menos veinte años de vida útil. Es de la personas que creen que hay que vivir “hasta la muerte” y no “hacia la muerte”.

 

La invitamos a  sacarse unas fotos, buscamos los lugares más adecuados; la ventana, el cuadro, un fondo con un tapiz de un artesano de Cafayate, todo en un clima de buen humor y entusiasmo. Ah! además pide que la saquemos flaca!
Nuestra entrevistada está convencida que los adultos mayores tienen voz: “somos 6.000.000  tenemos voz, y no la valoramos”. Muchos de ellos cuando cumplen los 70 años, dejan de votar. Están cediendo un derecho que nadie les pidió.

Hay que sacar fuerzas, tener proyectos y ayudar al otro. Es la falta de proyecto lo que nos apaga la voz”.
Norma nos impresionó como alguien que ha encontrado “su lugar en el mundo”, lo que seguramente no le ha sido fácil, pero ha logrado dar respuestas resilientes a las dificultades que debió superar. Su deseo de comunicarse a través de la radio nunca lo resignó, lo que demuestra que los aprendizajes pueden desarrollarse a lo largo de la vida y que la edad no es el límite, sino que en esta etapa pueden concretarse las “asignaturas pendientes”.
Damos por finalizada la entrevista, está sonriente y entusiasmada y nos regala bombones de chocolate, porque… ¿saben que en los ratos libres Norma hace bombones?

 

Emilce Cassinelli

Nací en el barrio de Monserrat (CABA), tengo 77 años y soy médica pediatra. Tengo una madre de 102 años, tres hijos y tres nietos; uno aquí y dos en Nueva york, donde vive mi hijo.

     Ejercí mi profesión, muy demandante, durante 30 años, compartida con la crianza de mis hijos, la mejor de las profesiones. Me gusta mucho la música, las artes plásticas y la lectura. Hice un curso para guía de museo con el equipo educativo del  MALBA, desde la visión del adulto mayor y del cual surgió el grupo “La otra mirada”, al cual pertenezco; desarrollamos actividades educativas en los museos a través de esta fundación que nos incorporó como voluntarios.

     Me gusta mucho la radio, la magia de la comunicación a través de la voz; en mi casa estaba encendida todo el día, se identificaban las voces, los rostros quedaban en el anonimato. Pura imaginación. Hace cuatro años con una amiga armamos una radio on line, “La Tercera”, en la que una vez por semana hacíamos un programa, “Notiarte”, en el que intentábamos, con relatos amenos, acercar al público a la historia de las artes. Ahora estoy haciendo un curso de radio en el ISER, una nueva experiencia.

Setenta y siete años es un número. Aparecen los achaques, como dice el tango, “los huesos rezongan”, pero hay que ponerle “onda” como dicen los jóvenes! Por eso voy a bailar tango.