«Una mujer decidida»

Susana es una mujer decidida y reflexiva. Le gusta leer, viajar, asumir nuevos desafíos. Y va por ellos. Hace lo que le gusta y desearía seguir trabajando hasta el último día. Te invitamos a conocerla y leer algunas reflexiones sobre este momento especial para toda la humanidad, en esta, la trigésima Voz mayor.

 

 

“Una mujer decidida”

Tengo 62 años, un hijo de cuarenta que vive en París con su pareja y un esposo desde hace 26 años que tiene dos hijos varones. Soy cordobesa y si bien viví en Catamarca durante 20 años por razones laborales, hace siete que por las mismas razones retorné a Córdoba sola. Mi esposo, Mauricio, debió quedarse allá para trabajar y en consecuencia todo este tiempo hemos vuelto a vivir como novios y nos vemos cada 15 días más o menos, salvo ahora por culpa de la pandemia.

No es fácil a esta altura de la vida alejarse de lo conocido, pero fue un desafío aceptado por ambos que me permitió trabajar en lo que siempre soñé.

Me gusta leer, podría decir que soy lectora compulsiva, a veces escribo, amo relacionarme con gente joven que me alegran y de los que aprendo todos los días algo nuevo. Amo trabajar, no quisiera jubilarme nunca. Me gusta viajar sin saber dónde voy a terminar. Aprendí a convivir con la soledad y ahora es mi amiga. Si me preguntan qué extraño, diría que la rutina con el hombre que amo, salir y charlar de todo con mi hijo, a mis padres que ya no están, y en el contexto actual los besos y abrazos con los que quiero.

Me recibí de abogada muy joven, no me gustó el ejercicio de la profesión y siempre trabajé en relación de dependencia hasta que me quedé afuera y con 50 años decidí encarar una nueva carrera de manera presencial junto a chicos que recién habían terminado el secundario, fue uno de los momentos que más disfruté de mi  vida.

En cuanto a la iniciativa de Voces Mayores ¡me parece hermosa! ya que nos permite demostrar que la edad biológica no nos impide sentirnos llenos de vida. En lo personal tengo muchos proyectos y cosas que deseo hacer antes que el paso del tiempo no lo permita. Les comparto algunas ideas sobre hechos trascendentes que nos toca vivir. del momento y gracias por hacer oír nuestra voz.

 

Sentimientos

Hay días que despierto tarde, porque me cuesta mucho dormir de noche, y me parece todo un mal sueño este momento de pandemia. Nunca antes tuve tantas ganas de madrugar, vestirme y salir hacia mi trabajo para reencontrarme con lo que me gusta hacer, con mis compañeros con los que comparto muchas horas al día.

Nunca antes tuve tanta necesidad de tocar al otro, de sentir su presencia física, de acariciar y ser acariciada. Qué difícil es este bendito aislamiento social, que no nos permite acercarnos, que nos impide tocar y ser tocados.

 

Esperanza

Dicen los psicólogos que por suerte existen las redes sociales ya que a través de ellas podemos estar comunicados. La verdad tienen algo de razón en esto pero los seres humanos necesitamos dar y recibir afecto y en nuestra cultura esto se expresa con un abrazo, un beso, una caricia, compartiendo un mate o un café y charlando sin horario.

Sé que nada va a ser igual, todo habrá cambiado y necesitaremos tiempo y esfuerzo para adaptarnos a las nuevas condiciones, ese será un nuevo desafío a enfrentar, pero ya sin tu presencia.

Deberemos aprender, si no lo hicimos antes, a ser empáticos y solidarios, porque no me cabe duda que las cosas nunca volverán a ser como antes, a pesar de haberlo derrotado al virus nos quedará una gran batalla por librar.

Pero seguramente volverán los abrazos, las caricias, las reuniones, las charlas y los te quiero tomados de las manos. Todo eso que hoy nos dimos cuenta que tiene mucha más importancia que las corridas y el estrés por ganar más, ser mejor que el otro, creyendo que eso nos hace mejores personas. Después de esto ojalá aprendamos las lecciones y sigamos siendo uno con un mismo objetivo.

Particularmente, como a muchas personas de mi edad, la vida nos fue enfrentando a cambios que no imaginábamos y que tuvimos que asumir. Algunos más difíciles que otros. Hoy, debo reconocer que la escala de valores es diferente, que los mandatos paternos ya no son una imposición, que la juventud piensa por sí misma y muchas veces sus argumentos son más sólidos de lo que suponíamos.

 

Susana David (62 años) 

Córdoba