Marta es jubilada docente. Vive sola. Nada la detiene. Realiza muchas actividades artísticas, podríamos asegurar que la escritura es una de ellas. Su voz mayor es un relato de la infancia en Adrogué (Provincia de Buenos Aires), donde todavía vive, que espera que lean otras personas. Marta nos trae un recuerdo de esos años de carnaval en una carta escrita para otros y para sí misma. Entre los festejos de la finalizada Copa América y la emoción del paso del tiempo, te compartimos su testimonio.

Cuando aún no tenía 6 años, participé en un festival de disfraces en el club más cercano. Como siempre me gustaron los gatos, quise disfrazarme de uno. Una vecina me prestó una malla negra de danza y el resto lo agregó mi mamá.

Había que subir al escenario y pasar por delante del jurado, tres noches seguidas. Una de esas noches el animador me pidió que maullara. Como no era de los mejores disfraces me dieron un juguete de premio. Creo que al primero lo rechacé porque no me gustaba, y me dieron otro.

Recuerdo que al mejor disfraz le dieron una copa. Era un nene muy chiquito vestido de mosquetero. Después hubo música y baile, pero en grandes grupos siempre me sentí inhibida, y miré desde un costado. Fueron noches de mucha magia, de vivir en un mundo de fantasía.

A la semana siguiente sería mi primer día de clase en primer grado. Entonces sentí que la fantasía había terminado y me llené de angustia. Siempre añoré vivir en un mundo de fantasía, donde todo fuera maravilloso y no existiera la angustia. Viendo los festejos por la copa América creo que no soy la única a la que le pasa eso. Lastima que el fútbol ya no me atrae. El carnaval tampoco. Solo los gatos me siguen gustando.

Marta Muhlard, Adrogué, Buenos Aires. 70 años