Magalí Soria nos acerca la historia de Olga Beltramo, una cordobesa de 79 años cuyo testimonio es un relato de abuelidad. Magalí nos anticipa que este rol no es exclusivo de todas las personas mayores, y que para la protagonista de hoy es considerado como uno de los más importantes en la vida. Olga, por su parte, nos cuenta acerca de las reuniones que organiza con sus nietos, un espacio de soporte y contención intergeneracional, que aporta sentido de trascendencia. La relación entre abuelos y nietos puede ser una experiencia de gran sentido para la vida.

Soy una mujer de 79 años, madre de tres hijos, abuela de 5 nietos y un bisnieto. Antes de la pandemia, siempre hacía “encuentros de nietos” pero con el devenir del contexto sanitario, estuve un año y medio sin poder verlos ni compartir tiempo con ellos. Me cuidan mucho y esto supuso una importante falta de contacto con los vínculos y afectos cercanos.

Mis hijas e hijo no dejaron de verme, turnándose en los días de la semana para no amontonarse. Qué importante es la relación entre madre e hijos en este contexto. En cuanto a sus nietos, y un bisnieto poseen diversas edades 3, 8, 12, 30 y 33 años. Hace unos meses pude reunirme con ellos en casa ¡dos veces! Las reuniones son los días miércoles, una de mis nietas me ayuda en la organización.  Me preparo para los encuentros, ordeno mi casa, me pongo coqueta. Soy muy pimpollada

Preparo alguna de sus comidas favoritas, empanadas de queso, árabes, pizzas y papas fritas con pollo o milanesas al horno. También un souvenir que se llevan de regalo, chocolate para los más chiquitos, y perfumes, desodorantes o jabones para los más grandes. Mi deseo es que siempre se lleven un recuerdo de nuestros encuentros. 

Los más chicos juegan por toda la casa, van a mi dormitorio, pero siempre son muy respetuosos conmigo y mis cosas. Durante los encuentros jugamos y charlamos. La velada incluye juegos como cartas o rompecabezas y conversaciones sobre temas personales o proyectos.  

Cuando los encuentros terminan, se van contentos. “Nona, ¿cuándo vas a volver a hacer estas reuniones que tanto nos encantan”, me dicen con esperanza e ilusión. Y me emociono porque tanto ellos como yo deseamos el próximo encuentro. 

Amo a mis nietos de todo corazón. Son un pilar, una luz que Dios me regaló a través de la vida. Agradezco disfrutar y compartir con ellos experiencias, comidas, costura, salidas, acompañarlos en logros, parejas, amistades, y maternidad. La “abuela intachable”, me han apodado, un vínculo que pudimos construir desde la complicidad mutua. 

 

Olga Beltramo, 79 años, Oncativo, Córdoba